A tus pies como quien ama a la mujer de sus sueños. He dejado la espada de trashumante guerrero para colocar sobre tus labios una flor de incomparable belleza. Allí, junto en el trono de tus ojos, me planto para admirar a la delicia que se hace arcoíris en este corazón. Caen ramilletes de flores sobre la espada que irrumpió mundos para llegar hasta ti. Desafiante doncella del castillo envuelto en graciosas copas de hielo. Te busqué en ventiscas imposible, crucé mares impetuosos llegando a puertos derruidos; ensenadas con bosques imponentes hasta que la brújula de tus ojos me condujo hasta tu trono. Así que este amor sabe desenvainar la espalda. Oh, tierna criatura de los cielos ven hasta el pecho de este hombre jamás dejará de amarte...