Ésta es, la de que siempre
estés a mi lado.
Te ví partir, y pensé
que ya nunca más regresarías.
Tus disgustos, fue algo infantil.
Sabes que muchas horas
de mis días, las paso trabajando.
Estoy muy comprometido con él.
Si no trabajo, no podría
sustentar mi existencia.
No tienes que enojarte por pequeñeces.
Estás muy cambiada, últimamente.
Ya no eres esa mujer
dulce y afectiva...
como antes lo eras.
Hace unas semanas decidiste
alejarte hacia unas vacaciones.
Fuiste, y ya nuevamente,
de vuelta estás.
Iré a visitarte.
Seguro estoy que no ha de disgustar
mi sentida y sincera presencia.
Hagamos las paces.
Comportémonos realmente
como dos adultos.
¿Sabes? Sabiendo que estás a mi lado,
siento una sensación de bienestar...
como lo estaba en vida de mi madre.
Como la que siento
cuando le rezo a la madre de Jesús.
Como cuando estoy al lado,
delante de su imagen...
rezando por ti, por mí...
Pidiéndole que nunca más
estemos separados.
Estar a tu lado, me produce
una inmensa felicidad
a mi alma, y a mi corazón...
Te amo, amada mía.
Derechos de autor
Hugo Emilio Ocanto
23/02/2016