El espejo de la mañana,
agito la sombra en el horizonte,
en la neblina del albor,
acaricie el perfil de un beso.
Mi alma estaba tenebrosa, nerviosa,
tal vez, mi cuerpo vibraba,
puse sus manos sobre mis manos,
y mis labios en sus labios rojos.
¡Oh, sus labios rojos ,
me dejaron cautivos!
Paliada, frágil luz del alba,
el fulgor de las estrellas,
florecimos, desde más profundo,
en el aliento vital de nuestros cuerpos.
¿Fue lucero brillante, de fuego,
en ese arborecer de abril,
hechicero, encantado, ocaso,
lo que arrojaron su brazo y beso?
Con él, pasar del tiempo,
no se restauran los misterios,
ni los días sepulta dolor,
ni re nacen los amores difuntos.
¡Oh, sueño con alba rosada,
maravillado, pasmado, fascinado,
despertar en tus brazos con aquel beso!
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