Mientras seamos jóvenes,
la soberbia nos derrote,
el orgullo huya y se muestre sólo en tempestad,
la lujuria nos invada lo que la moral confíe.
Mientras seamos jóvenes
las miradas nos saquen suspiros,
las caricias nos derritan en el deseo por pecar,
los oídos se llenen de dulzura:
la música nos eleve y las letras nos roben la cordura.
Mientras seamos jóvenes
pintemos el cuerpo de óleo,
los cantos queden grabados en la memoria
donde las sustancias y el desamor no puedan llegar.
Pero sobre todo,
mientras seamos jóvenes,
vivir en la pureza de las emociones,
explotar cada una de ellas
hasta que en escombros permanezcan;
porque cuando la vejéz nos domine,
de recuerdos se llenan los corazones muertos.