Aquella tarde aburrido sin ganas de trazar nada en un papel, falto de inspiración alguna, llego al punto que esta se apodero, y observando aquella Luna dueña de aquella noche tan oscura, que empezaba a parecer que la luz no llegaría más, me sentí abarrajado de tal empuje de abandono que me había dado en tales momentos. El acíbar de cada amargura sentida hacía el sinsabor de mi desgracia que hacía de mi vida siempre un babel de desorden acompañado de un desesperante sonido de caos… que de forma torcida y perversa me confundían y me hacían ver estando en un brumoso laberinto lleno de un montón de tristeza y agonía que en decurso de mi devenir de aquella cuita que me afrenta pero a la vez me implora un sendero un poco más feliz y dichoso.
Poco después de sentir aquel abuso de aquel momento decidí detallar los sucesos que me llevaron a tal estado de eclosionar parte de mi ecuánime ser en una dilaceración que en una dilogía de un doble sentido me hacían relatar mi muerte explicita en aquel instante emergiendo un espetar de estrumpidos aniquilando hasta el mínimo de mi sublime excelencia, que desangrado por tanto corte rebelde y necio que hacen ver aún más el frenesí que nos presenta el obstáculo llamado violencia y que es muchas veces clandestino para la mayoría.
Y ahí se presentó un gran flagelo, disfrazado de una beldad amistad que gesta heroicamente hacían una gran molestia que se resumiría en una hilarante hipocresía, la duda entraría aquí, si el encendido de mi recóndito odio se presenta por estos supuestos amigos que los describiría con mayor detalle como una granuja representada en un pollino jumento que inevitablemente al inicial la infamia el inerme siempre es este; ya que es iracundamente como un deplorable desperdicio que no toca dejar que se desarrolle. Excesivamente la deidad con la que me expreso es un poco nesciente, pero aquel aborrecimiento que le tengo no tiene palabras con los cuales exprese con detalle aquello que siento, ni la manera vulgar bastaría, además en cierta forma uno se acostumbra a aquellos que por la manera necia de no observar con detalle a aquel que dice darte amistad pero ya tiene el puñal listo para clavártelo si le das oportunidad.
Después de recordar a estos estultos que timaban mi forma de ser, recordé a aquellos amores que dejaron un vestigio en mi versátil vida de un vate que aparenta escribir, me toco sentarme ya que los arcaicos recuerdos estaban el yermo de mi baldío olvidado, su forma voluble en aquel tiempo era de un trémulo tembloroso que encerraba sus emociones y sobresaltaba un arrastre sustancialmente grande a la seriedad, ahí el punto álgido de mi formal forma no era el derrotero más atrayente al contrario la amistad y el amor eran muy escasos aunque la demasía de mi rara personalidad me hacían pensar por consiguiente que no eran importantes al fin y al cabo. Y ahí llegamos a mi primer amor y amistad juntos, marcada como tatuaje en mi cuerpo que disimulaba de manera sigilosa que no deseaba un amor, con aquella flexible relación, se lograron bastantes cosas, nunca hubo deslealtad alguna, aquella parte hipócrita que representaba el carácter de los demás no se veía en nosotros dos, los inquietos momentos eran muchas veces marcados como infantiles, pero ese era el sello representativo de los dos, y la agradable presencia tuya me cautivaba en cada momento, y al lado tuyo la miseria de este pobre mortal se sentía inmarchitablemente eterno, aquella simpatía por ti parecía sacada de libros, o de mis sueños ya que eras exactamente lo que pedía y porque no sentía ningún rastro de pesadilla cuando estabas presente, fuiste el más transcendental los demás fueron casi los rellenos de lo que pasamos juntos, podría decir que hasta fue entretenidamente alegre nuestra despedida, aunque después la tristeza me invadiera al saber que no te veré por un tiempo.