Desde que escucho tu nombre
empiezan bien las cosas.
Si hubiera escuchado eso
desde recién nacido, no habría
sido infeliz por tanto tiempo.
Si los lunes llevaran tu nombre
esperaría ese día, no el viernes,
y si la enfermedad tuviera
esa gran esperanza en sus letras,
me enfermaría de ti más a menudo.
Por consecuente tengo esta premonición.
Eres el futuro mío y de la poesía,
extraña, incontenible, llena de esperanza,
tan única mujer, que la promesa entonces
no será hasta que la muerte nos separé,
y te diré sonriente,hasta que la vida se nos vaya.