Caminando con lujuria
por tu cuerpo,
me detuve en el centro
del parámetro medidor
y sentí tantas ansias
que no pude aguantar
¡te entregué mi amor!
Con nuevas energías
continué el recorrido
llegando a la escala
de lo atrevido.
Saturé tu espalda,
tus contornos tan varonil
glúteos pronunciados,
que los tuve que sentir.
La azucena caprichosa
por tanto tiempo reprimida
se sintió algo atrevida
y en esfuerzo pasional
cumplió su fantasía
y se pudo desahogar.
¡Cómo suspiraron
mis ansias retribuidas!
Al final comprendí,
que exhausta quedé,
pero satisfecha lo vencí.
He seguido desde entonces
recorriendo tu camino,
atravieso tu cuerpo
como el de un peregrino
que se quiere instalar
y con todas las fuerzas,
¡siempre nos volvemos amar!
Caminando tu cuerpo,
de la cabeza a los pies,
he sentido tantos anhelos,
que con todos ellos,
la hembra enfurecida
con todos sus desvelos
a ellos me enfrenté.
Caminante,
no hay cuerpo que aguante,
cuando mucho se desea,
es que mis ojos con ternura
antes tus elevados contornos
se recrea.
¡¡Ay... camino y camino
por todo tu cuerpo,
y eres dueño
y señor
de todo
mi destino!!