Dulce, Dulce, Dulce; la ofrenda
del darme beber de su inmaculado, caluroso, oloroso cuerpo.
Dulce la sugerencia de sus perfilados y peligrosos labios
hechos para el deseo de mi arrugado ego
Dulces sus dedos largos; que arañan
mi vieja y curtida piel
escarbando como una rata,
Dulce, la rosa de su lengua larga
que me amenaza con quererla!
Dulce, Dulce, Dulce la maldita
sugerencia de tu podrida alma negra.