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Tú has amado de todo corazón
A Aquél que es tu fuente inagotable,
Aquél que te ha cautivado
Desde que se te dio
Como alimento de vida.
Las horas para ti son música eterna,
Las fuentes de los espejos
En los que te has transparentas
Y te muestras llena
De todo gozo en Él
Que es tu infinito gozo.
Sal de tu alcoba,
Mira que Él viene hacia ti,
Enciende la lámpara de tu amor
Y no la apagues
Ante toda adversidad.
Noches oscurecen tu mirada
En la pequeña gruta del Horeb
Donde te escondes para esperar
A tu Amado,
Para que te susurre al oído.
Valiente y amante,
Feliz y gozosa,
Te encaminas hacia el jardín
Del amor,
Donde caímos en el fango
De nuestras pasiones
Y donde está el árbol
Del Fruto Santo;
Sin embargo, yace ahí
El agua que regenera
Y levanta del polvo al caído.
Tus pies se han encaminado,
Tu mirada fija en el árbol,
Tus labios deseosos de comer
Ese Fruto Bendito;
Pero nada te quitará
Ese deseo de alimentarte
Cada día de Él
Y así poder cantar eternamente
Tus amores con Él.
Fiel son tus pasos,
La esperanza brilla,
El abandono es tu ropaje,
La sencillez tus delicias
Y los pequeños sacrificios
Rompen el surco
De tu vestiduras
Llenas del amor a Él.