La ventana que asoma el alma
y deja ver su rostro y karma
es una llama que traba todo lo que tiene en su casa.
Ampara la muerte de lo que se llama dulce malva
y cornea con su ego lo que aprisiona su asta.
No es copa, ni calva
es muerte latente
que mata con asma
a quemarropa y con daga,
Esa es su arma.
Orienta la mirada a la lejana ensenada
y arrienda con su viento corto la barca arrimada.
Esa es su hacienda,
Lavar la ropa quemada,
con su sonrisa desmesurada
asienta la imprudencia de ser siempre la que manda