El cielo llora lágrimas de sangre.
En el jardín del paraíso germinan,
flores que tienen rostro de niños muertos.
El tiempo. ya no es un gallo de humo
con cascabeles en la garganta.
Sino un dragón de Cómodo,devorando con saña
las entrañas del cordero de Dios.
Por cada inocente caído,se derrumban mil ciudades.
Dejando tan solo un desierto de angustias y costillares.
He visto a la mariposa monarca
llevar entre sus patitas al lobo herido.
Al monte abrirse como una parturienta.
Al al caballo morder las entrañas del jinete.
Y al sol volverse un gran pez,
Que engullía de un solo bocado, todos los rascacielos.
Y todos los mares de cemento.
En lo alto de una muralla de columnas vertebrales.
Cientos de serafines tocan la trompeta.
Y un eco de días plomizos resuenan entre los montes
como gritos de sirenas malheridas.
Sonaron cien campanas de humo
como cien rugidos de cien tigres de bengala.
Y el ultimo de los titanes,
despertó de su letargo de mil lunas nuevas.
Sosteniendo la bola del mundo sobre su espalda.
Tras un monte de corazones secos
Prometeo se oculta arrancándose los ojos,
con una dentadura de hormiga.
Para no ver como sus hijos se devoran mutuamente
como si fueran bestias de carne y barro.
La noche es un gran toro negro
tendido sobre el monte del silencio.
Y todos los perros aullando a la aurora .
ocultan en sus aullidos voces de muertos,
que no descansan su muerte dentro de sus tumbas.
Sino siendo sombras con la garganta atravesada
por la lanza afilada del miedo.
Hoy el cielo lloro sangre.
Y ni Dios pudo secar sus lágrimas.
Por que Dios es una paloma de barro
con las alas atadas a la espalda.
Se oye una tamborrada de pieles contra los muros.
Los fusiles escupen cadenas contra los poetas.
La libertad esta muy lejos.