Hay palabras que no necesitan respuesta
Y otras que no las tienen, aunque proceda
¡Como un mudo silencio, detrás de la puerta!
Que te impide nombrar, la palabra perfecta…
Se encierra en el muro, de nuestro desván
Y no para de cavilar, pero no nos sale la palabra
Para contar la historia que dicta la realidad
Difícil y tormentosa llena de ideología, macabra…
Son los velos del luto, que en vida llevamos
Yo lo siento así en mi nublada conciencia
Palabras que se dicen sin más, en el cosmos,
De nuestra dilatada vanidad é importancia…
Yo voy camino en ciudades con espacios
Para desenterrar la sonrisa y las caricias
Del cementerio, que habita en nosotros
Y pasan cada día y no hay marcha atrás…
Palabras, discursos sentencias y abusos
Van rondando los caminos del mal
Mientras los que predican, evangelios
En las iglesias, abusan de su sexualidad…
Engañando a niños y aunque son unos pocos
En piezas a dudar y entierras palabras mudas
Gritando desde el cementerio, de los locos
Que viven dentro de mí, lleno de mil dudas…
No le tengo miedo a la muerte, ni quiero morir
Pero en mi cementerio hay muchas preguntas
Que se quedan sin respuesta, en mi sentir
Por eso prefiero ser mudo, en mis catacumbas…
¿Verdad, mentira? Todo es materia y sacrificio
Aunque vivo a mi manera feliz, en mi cementerio
Quizás sea la poesía que ansían, mis adentros
O locuras difusas, que no tengan ningún criterio…
¡Un epilogo una respuesta, a mi misma pregunta, desde el cementerio de mi tumba, un paseo por la depresión y la penumbra!
Modesto Ruiz Martínez / sábado, 27 de marzo de 2010