Tengo cansancio de todo
lo que me rodea.
Hasta del aire encerrado
en la mochila
que sobre el hombro
a veces cargo.
Y está rota,
por eso no quiero
que nadie la vea.
Porque hay un momento
que al sentirme egoísta
me quiero esconder
de los demás
hasta de la poca fuerza
y el no poder.
Hoy tengo
hasta amarrados los sueños
que me hacen suspirar,
porque siento la nostalgia de
un empezar
con auroras marchitas de ti,
de mi
y de todo nuestro mirar.
Acaso fue posible
encerrar los ladridos
tan fuertes que vi
que te hicieron hacerte tan
invisible del dolor ajeno.
Hoy tengo cansancio
a pleno vuelo
del deseo que entre la cama
y el suelo dejaste tirado.
Como quien se queda
de duelo
y con el corazón marcado.
Hoy mi alegría
tiene sabor de tu silencio
y se escondió en los pasos
que dejaste en tus huellas.
Tengo aún primaveras dormidas,
arrepentidas...
de ti,
de mi,
de todos
pueden hacerse sentir
como algo nuevo.
Que tú las susurres en tus nanos
de ilusiones con estrellas
y luceros que te hicieron
subir arriba de la nube mientras
yo te miraba a lo lejos.
Sin poder decir más que esto
que puedo expresar.
Siento que respiro...
y suspiro aún detrás de tu imagen,
de ése,
de éste y aquél que dijo en silencio
que fue mi amigo
y siento que al pasar los instantes
quedaste en la estela de
sueños que me hiciste imaginar.
Pero ahora puedo dilucidar
que fuiste un espejismo
en una noche sin egoísmos
y que me hiciste danzar
el más tierno ritual
sin pesimismo
y apesadumbrada
por el delirio te vi terminar
pensando que eso era amar…
te amaste a ti mismo.