Cuando me miras
y no hay nadie más
mi pecho se vuelve
un débil cristal.
Cuando me miras,
en medio de la oscuridad,
regresan mis deseos
de amar.
Tan grande
es mi afán
por tus ojos llenos
de ilusiones y paz,
que un instante en ellos
es una sublime eternidad.
Tal vez tus pupilas
se puedan comparar
con otras que no tienen
nada de especial...
Pero como tu mirada
llena de amor,
¡jamás otra existirá!