Alexander Vortice

EL GUIÑO DE UN ESQUELETO

Sé que algo se esconde entre la neblina.

A veces sales de tu casa, torpe y lóbrega,

como un abrigo humedecido que no supo

dónde estaban las gotas de lluvia;

sales de tu casa y el azul del cielo no es tan azul,

ya que un enorme ojo te observa, gira sobre sí mismo,

y te observa, con muecas de monstruo homérico,

con tapices en la boca y túnicas en los colmillos.

 

Hubo un tiempo en que las aves

eran caza al mediodía.

Tú silenciabas la congoja mediante gasolina,

cerillas y tijeras, meñiques y gemas, cuchillas

y diablos de cera.

Hubo un instante en que el mar dijo: BASTA!

Y supimos que tras todo sentimiento hay un permiso

que viene de muy lejos, de un lugar inhóspito y viejo.

 

Hubo un tiempo (lo recuerdo)

en que los océanos

eran la desdicha de un delfín,

el guiño de un esqueleto.