Soldado del quinto batallón de infantería
cumplía su turno como vigilante
la lucha no paraba ni un instante
en la batalla que ocurrió ese día.
De pronto, la explosión de un artefacto,
una esquirla le destroza su arma
y él con disciplina, sin alarma,
le grita al superior ante este acto:
-¡Cabo de cuarto! ¡Un fusil, estoy desarmado!
Este ejemplar militar deja para la posteridad
lo que es servir con lealtad,
a la Patria y al pueblo amado.