Que permaneces como botón baldío,
en la plazuela de olvidadas páginas/
blancas –puras- castas, sin mancha/ finas.
Rebelde figura habita tu emporio.
Ese; lleno de un álgido jolgorio,
que fragua tu cuerpo sin espinas/
donde quieren quedarse nuestras prisas,
encarnado en tu virginal repertorio.
En el invierno, sin ti: me consumo,
hasta formar tu imagen en el humo/
que trasciende -pliegues de la memoria-
donde se filtra la vivaz aurora,
del minuto que se convierte en hora/
para resplandecer en ti: la historia.