que una lluviosa tarde de estas
tan parecidas a las tuyas y mías
te acomodes en el mullido sofá
del recuerdo si no lo has deshechado,
prepares del buen café que sabes
y me invites a compartir nuestras memorias.
LLevaré un par de discos de los boleros
aquellos para entusiasmar al viejo
fonógrafo si aún funciona
y de aquel vino Merlot que todavía guardo.
Encierra al gato de angora que te regaló
tu otro antiguo amor para que no te distraiga
ni me arañe en esta ocasión tal vez
sutra, tal vez recomienzo, tal vez enero.
Propongo que vistas una bata de percal
azul como aquella de antaño
y de nuevo aprisiones tu pelo volandero
con un lazo del negro de tus ojos,
de ese negro volcánico que te habita.
No maquilles tu piel auténtica, sólo ilumina
tus labios del pálido matiz que tanto besé......
no te maquilles, aunque tiempo va tu naturalidad
será suficiente evocación de lo inolvidable.
Deja abierta la ventana, tal vez
la rumorosa lluvia de ayer, el café,
la música, el vino y nuestros versos
conformen otras proposiciones......
¡ah! me olvidaba, por favor,
el lazo no lo anudes demasiado.
noviembre 2015