Araceli Vellber

Aquella camisa, y aquella idea.

 

Qué buena idea tuvimos,

comer yo, sobre tu cuerpo

y tú, sobre mis besos

y quedarnos hambrientos,

para buscar más deseo.

Qué buena idea fue, alargar los sueños,

sin necesidad de tener que despertarnos

y seguir durmiendo,

tú sobre mis miedos

y yo apoyado en tu hombros

y prolongamos los besos hasta

dejar los labios durmiendo

en aquel invierno

que no era de borrachos, sino de desesperación

y tú me entregaste las llaves de tu camisa

y yo con la cerradura abierta

solo quería besos, acompañados de pasión,

y así paso el tiempo, que duró lo que dura una camisa

y cuando no quedo camisa, se acabo el amor.