Su máscara veneciana combina con la túnica oscura que la cubre desde su cabello hasta sus pies. Preparándose para la fiesta, se mira al espejo por última vez. La asalta una duda ¿Qué esconde realmente ese antifaz? Se lo quita y no encuentra su rostro. Logra ver unos velos espesos, que se suceden uno tras otro. Se quita el primero y siente que se libera de culpas de juventud. El segundo, reticente, no sale en el primer intento. Tiene que ver con culpas actuales, con heridas causadas a otros, difíciles de asumir. Una vez que las repasa con profundo arrepentimiento el velo cae. El tercero no cede. Oculta las heridas causadas a sí misma. Esas llagas que no se pueden perdonar. Se vuelve a cubrir con su máscara veneciana. Sabe que tras el festejo la espera la cita con la verdad más íntima.