Las flores del jardín amanecieron
cuajadas de rocío.
Tus manos ya no estaban junto a mí
y sentí tanto frío.
¿Dónde andarás amor?
¿Quién tu rostro delicado
acariciar pudiera?
Las tormentas acechan
y los lobos esperan.
Ya no cuidas de mí
y tengo miedo.
Más que morir
temo vivir sin ti.
Tus ojos tan hermosos
ya no miran los míos.
Tus labios ya no besan
mi boca.
Me quedé prisionera
en la sombra del río
de nuestro árbol florido.
Mi cárcel solitaria
es ya el otoño.
Se marchitan las hojas,
como yo junto al fuego del olvido.
Cae la lluvia sobre mi arrugado rostro
y tú no estás para llevarme
dentro de la casa.
Nunca más sentiré mi cuerpo lleno
de ti, se marchitó el amor.
Como se van las golondrinas en otoño.
Te fuiste tú, mi adorado compañero.
Ya no más volverán aquellas olas
que envolvían todas
nuestros pies caminando
las orillas.
Adiós a tantas tardes,
a tantas noches abrazados, quietos,
adiós a lo mejor que tuve,
tu alma y tu cuerpo.
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