Trazo el desgarro de la carne,
mohín oscuro el dolor y sus punzadas,
dormito bajo las fauces de la noche
que devora la fatiga hasta hacerla cristal en el costado.
Corro, como a cámara lenta,
y llego al lugar donde el agua desampara,
bebo y bebo,
nada,
es de lo que me lleno,
agonizo exhausta ahogada en mi propia sombra.