Magnifico paisaje predomina
el centro de esta gran ciudad
con múltiples faros que iluminan
las calles infestadas por personas que se van
Es un poco tarde, arrecia la lluvia
que me obliga a caminar mas rápido de lo normal
al pasar por un hermoso parque iluminado por la luna
y las bombillas, veo con mas claridad.
Observo un chiquillo solitario
sentado en la banqueta al lado de un rosal
su carita sucia, su alma entristecida
sus pies descalzos, no para de llorar.
Me acerco muy de prisa un tanto preocupada
le pregunto ¿Niño porque tan solo estas
donde se encuentra tu madre o tu familia
te has perdido de tu casa y no has podido regresar?
Levantando su cabeza me observa asustado
y sin poder palabras pronunciar
de pronto se me acerca con los brazos levantados
y me dice ¡ por favor dame un pedazo de pan!
Mi corazón palpita, mi alma se entristece
tengo muchas ganas de llorar
me agacho un poco para estar frente a frente
y miro sus ojítos cargados de humedad.
Lo abrazo fuertemente, siento que en su pecho
su tierno corazón comienza a palpitar
es un momento de trémula agonía ¡ no comprendo , no entiendo!
porque los niños siempre y en muchas partes tienen que llorar.
Cogí su mano y salimos de aquel frío lugar
caminamos unas cuadras mas arriba
y a comer lo llave a un restauran,sacio su hambre
pero sus ojos bellos reflejaban un brillo de triste soledad.
Me pregunte ¿y ahora que hago donde lo llevo
que hacer con este niño, donde estará su hogar?
pero la vida es bella los tiempos perfectos
solo mano de Dios esta en esta historia que hoy contando estoy.
Me sonrío... Dijo... es usted un ángel que me vino a salvar
ahora por favor déjame solo no la quiero mas molestar
¿Pero como dices esto? ¡tengo que llevarte a algún lugar!
ya esta muy tarde y el peligro acecha, vénte conmigo a mi humilde hogar.
No pude terminar lo que quería decir,
una voz interumpío con gran pesar
pobre niño abandonado, me recuerda
que hace un año pierdí el mío en esta gran ciudad.
El niño la miró atentamente ¡Era su madre la pudo recordar!
se abalanzo a sus brazos impaciente diciendo: ¡Eres tu Sofía eres mi mama!
Sofía... Pálida... su voz entrecortada con lágrimas de dicha
le pregunto ¿Te llamas Sebastían?
¡Si mama! soy el niño que en la calle
sufrío pesáres hambre frío y soledad
por soltarme de tu mano, me perdí
en las calles de esta gran ciudad.
Era su madre , muy hermosa
y dueña de un elegante restauran
que cada día a la calle se asomaba
con la esperanza de encontrar a Sebastían.