Madrugada del sábado 7 de febrero
Santiago Chile.
Tenía como huésped el intrigante sabor casi perdido de un salado cuerpo.
El olor de aquella piel como orla brillante y perfumada está impregnado
en lo profundo de mi nariz. La batalla de los deseos de ambos se cuela
por mis manos temerosas desde mi cuerpo duro de hielo hirviendo.
Tocando como nunca se toca y saborear tal lengua de fuego, única real
de una madrugada extraña. Frágil, su cuerpo se siente mientras se
endurece aún más mi alma. Ya puedo sentir los legítimos dedos cosquilleados
y mojados bajo mi ombligo que descienden hacia una gloria de jugoso placer.
La respiración se mantenía una y otra vez para dejarla salir de forma exagerada
y sucia, para el adorno ambiental orgánico que sus manos y boca sostenían sobre
mi voluntad. El masaje de su lengua por las paredes jugosas de mi gruesa carne,
acompañado del vapuleo que mi cintura, ejercía tal presión en aquella bélica
garganta, Tenía el lamento y sin sentir dolor de un tentador temblor es mis órganos,
para que ya su suave dosis hiciera salir el lactoso fluido del tiempo.
La mirada es sincera y la boca mojada, el valor es ejemplo como la tentación saldada,
la claridad es nuestra como el sol de la mañana.
Jeovany Mikke