Este templo de cristales tintados
Esconde un misterio a quien todo el mundo
Dedica sus más lúgubres pecados,
Su rezo en el perdón de un Dios profundo.
Este templo de ecos y almas esconde
Una voz alta que a nadie responde.
¿Acaso alguien se evade en su oratoria
En esta paz en la que el hombre lucha
Y espera una respuesta aclaratoria
De un Dios sordo y viejo que a nadie escucha?
Estos muros guardan algo enigmático
De un altar donde vela un ser hierático.
Doce figuras cuidan los torreones
De esta casa de gárgolas y espadas
Que, ajena a pasadas inquisiciones,
Se evade en verdades enmascaradas.
Esta bóveda gris cosecha un odio
Hacia todo lo ajeno a un Dios custodio.
Esta casa alberga un rumor de fieras
Descabezadas por hercúleos santos
Y resbala la lluvia en sus vidrieras
Como si el cielo llorase sus cantos.
Estas paredes duermen sin consuelo
Esperando la luz que traiga el cielo.
Se filtra por dorados tragaluces
La noche que endurece sus altares
Y tiñe de sangre las santas cruces
Cercenando orejas entre olivares.
Y la cruz, ¿Quién es el que la transporta?
Es el hombre y no Dios quien la soporta.