No hay grito ni silencio,
no hay tiempo ni misterio,
la verdad asoma su semblante
en nuestra ventana,
nos reta a convencernos de un
futuro más que incierto,
regalándome la fortuna de
tenerte en mi imperio
sin dudas, sin mentiras
sin la desdicha de un amor poco elegante,
que venga, que me conquiste,
que hinque sus dientes en mi destino,
que haga de mi su desafío,
que ya tengo la fortuna de que seamos solo una.