Alfonso J. Rodríguez M.

EL NIÑO AQUEL

Un triste panorama he presenciado

que rompe del silencio los esquemas,

se trata de aquel niño abandonado

que acostumbra a dormir en las aceras.

Clara está la mañana y hace frío

de pronto se despierta y me sonrie

sin embargo en mi mente no he podido

aceptar esta imagen que deprime.

Revestido de harapos y de penas

encamina sus pasos por el mundo,

él tiene un corazón de vagabundo

y es también un producto del sistema.

Se nota en su mirada la inocencia

y en la voz un acento prematuro

me habla de su confianza en el futuro

y de la realidad en su existencia.

Es hora de velar por los que sienten

la ausencia de una fuente protectora

que ayude a esta niñez conmovedora

en su afán de vivir decentemente.