Un triste panorama he presenciado
que rompe del silencio los esquemas,
se trata de aquel niño abandonado
que acostumbra a dormir en las aceras.
Clara está la mañana y hace frío
de pronto se despierta y me sonrie
sin embargo en mi mente no he podido
aceptar esta imagen que deprime.
Revestido de harapos y de penas
encamina sus pasos por el mundo,
él tiene un corazón de vagabundo
y es también un producto del sistema.
Se nota en su mirada la inocencia
y en la voz un acento prematuro
me habla de su confianza en el futuro
y de la realidad en su existencia.
Es hora de velar por los que sienten
la ausencia de una fuente protectora
que ayude a esta niñez conmovedora
en su afán de vivir decentemente.