Quisiera recostarme en la placidez de tus letras.
Quedarme dormido en los brazos de tu pluma.
Que tu numen cubra mi desnudez, desterrando mi vergüenza.
Mi garganta sedienta se sacie de tu plectro, mientras me acaricia tu pletórica lírica.
Tu inspiración encienda mis entrañas en ardiente deseo.
Morir quisiera en la blanca arena de tu prosa poética, mientras pronuncio tu nombre.
Que las corrientes mansas y firmes de tu poesía, arrastren mi cuerpo inerme hasta las profundidades de tu ser amante.
Un “te amo” sigile, para siempre, mis labios mortales. Renaciendo, in aeternum, en cada uno de tus versos.