Goza
su piel,
dulce sabor
en sus labios,
cree ser
su dueño,
más ella ríe
por dentro,
escarba
sus sueños,
ella no
duerme,
le da
puerto libre,
y él navega
delirante,
como sus
ansias,
de baraja
mal dada,
crujen
sus dedos,
perdió los
redondeles,
vidriados
ojos,
desviadas
miradas,
el hastío
la domina,
y no tiene
regreso,
lágrimas
secas,
arden en
su corazón,
a un paso
del ayer,
cuando eran
felices,
Víctor Bustos Solavagione