Manos que rozan en ardiente pasión, pieles que claman
piedad, dame de beber de tu fuente y calma la sed de
siglos de espera.
Entrañas que estremecen el sentimiento, viento que
añora caricias, mientras contemplo tacto de pieles
ausentes que lloran sin parar.
Tal vez los atardeceres representen la llegada del ocaso,
pero a lo mejor, plasman la calidez de un alma errante.
Llego la noche para avisar que la madrugada vendrá,
cargada de sentimientos, cargada de voces que no están.
Dime si tu alma grita, si tu piel arde, dime si en
penumbras profundas la lujuria te posee, o es que, solo
un espejismo hiberna en ti.
Acaso existen pieles ajenas, que entre caricias prestadas,
pretenden encender fuego en pasiones de hielos eternos.
Cuando la pasión es magia, envuelve corazones
inquietos y no hay oscuridad que cubra deseos ni
distancias que mermen olvidos