Ella decía que no,
Mientras la poesía le decía que si.
Ella intentaba ver el sol,
Mientras su día se tornaba gris…
Sus sonidos contrariaban
Lo que decían sus letras sus palabras…
En el mundo de esa niña,
Al parecer no quedaba nada…
Era dolor pero ya no dolía
La costumbre consumió lo que sentía,
Un zombie ambulante en la ciudad
Un humano ya sin miedo a la soledad…
El viejo sabio le dijo entonces
Eso que ya sabía pero que no quería oír
En ese instante…
Sintió que no podía resistir…
Su alma se desfragmentaba en micropedazos
Mientras la conversación avanzaba
Se hacía evidente la necesidad de abrazos…
Cada uno de sus versos,
Contrariaba las respuestas que brindaba,
Sin embargo en el tiempo,
Se haría evidente lo que le sobraba…
Ya no hay más versos de aquellos,
Que contrariaban sus palabras,
Pero si hay sueños,
Esos, que poco a poco alcanza...