Alexander J. Montero

Los días que no terminan

Una de la mañana, que dulce es sufrir en silencio
viajando por la noche en carreteras de olvidadas derivas,
Hay una música eléctrica suave hablando de nostalgia
Y están encendidas todas las estrellas,
Que fácil es comenzarte a perseguir en la oscuridad
De tu ausencia en esta carretera enmarcada
De luces rojas y amarillas, como ctonicas centellas.
Hoy será la última vez que le pida a Dios que vuelvas.
Hay una franja blanca que se repite a si misma
Una, otra y otra vez en medio del asfaltado camino
De alguna manera ayuda a concentrar la frente
Y facilita la inmersión en la profundidad del recuerdo
Y detalla lugares y los días que no terminan,
Esos días que venían con tardes de cielo rojo,
Viento y con el viento una dulce melancolía.
Mañana el tirano Júpiter devorara el negro celeste
Y coronara con perla la extensión de mi deriva,
El arrancarme el extrañarte es una placentera incapacidad mía.