Una de la mañana, que dulce es sufrir en silencio
viajando por la noche en carreteras de olvidadas derivas,
Hay una música eléctrica suave hablando de nostalgia
Y están encendidas todas las estrellas,
Que fácil es comenzarte a perseguir en la oscuridad
De tu ausencia en esta carretera enmarcada
De luces rojas y amarillas, como ctonicas centellas.
Hoy será la última vez que le pida a Dios que vuelvas.
Hay una franja blanca que se repite a si misma
Una, otra y otra vez en medio del asfaltado camino
De alguna manera ayuda a concentrar la frente
Y facilita la inmersión en la profundidad del recuerdo
Y detalla lugares y los días que no terminan,
Esos días que venían con tardes de cielo rojo,
Viento y con el viento una dulce melancolía.
Mañana el tirano Júpiter devorara el negro celeste
Y coronara con perla la extensión de mi deriva,
El arrancarme el extrañarte es una placentera incapacidad mía.