Te lo llevaste todo, todo te lo llevaste
Dejando atrás la estela de una mentira absorta.
Los rincones hinchados del polvo del desgaste
Crecen hacia el olvido y el tiempo los transporta.
Me calcinas, me enervas, me rotas, me envileces,
Me empujas a la sombra como a los calabozos
Y llevas en la boca tu cinturón de peces
En aguas negras, sucias, oscuras como pozos.
Este silencio vuelve como el recuerdo cano
Y se enreda en los huecos de las paredes frías.
El tiempo hace temblar el cristal del ventano
Y los libros parecen tristes frases vacías.
El teléfono pide recibir tu llamada,
Pide escuchar tu voz, pide volver a verte
Y clama por su vida con actitud cansada
Y con alma cansada se lanza hacia la muerte.
El mantel de la mesa te recuerda y te llora
Con gotas miserables de azufre y de café.
Se perturba el silencio cuando la lavadora
Tañe con voz quebrada: \"nunca te olvidaré\".
Se ha oxidado la estufa, ya amasijo de hierros.
Cuando salgo a la calle todo me descoloca:
Jugando van los niños, peleándose los perros
Por un trozo de carne que llevarse a la boca.
Pero la casa sigue con sus heridas viejas,
Cuando entro sus maderas crujen pidiendo ayuda.
El tejado ha perdido su vestido de tejas
Y la noche parece que me siembra la duda.
No diré que te añoro, no diré que te extraño,
Ni que he perdido un año desgarrando mi mente.
No diré que aún es pronto para no hacernos daño
Porque el daño lo sufre la casa doblemente.
La noche en esta casa ruinosa se resume
En un libro, una copa (quizá dos) y un suspiro.
Las cortinas aún llevan impresas tu perfume
Y el espejo refleja tus ojos de zafiro.
Cada día se cuela la luz por el tejado
Del hogar. Llega el viento, me besa y me traspasa.
Y tu recuerdo llega con el sol hermanado
Para llenar de tedio las ruinas de mi casa.