Te amé, bajos esas tibias sábanas en el bosque frío, hojas de otoño húmedas cayendo en nuestro improvisado nido
Aromas a flores bajando por tu pelo rizo, tus ojos abiertos llenos de aquel cielo azul marino.
Te amé, por el tiempo que duraron nuestros mitos, tu te convertiste en Dafne y yo fui maldecido.
Tus ojos, astros que eclipsaron lo infinito, tus manos heladas y distantes como gotas de lluvia tras un indiferente vidrio, tus pies como imanes iguales a los míos, se escapan llevándose todo lo que fue mío.
También fui tuyo, mi fe, cuerpo, alma y espíritu estaban contigo, impregnados como un perfume cada vez que te acostabas conmigo...pero todo fue irrelevante, todo fue solo un hito.
Te amé, y quizás te sigo amando. Los recuerdos, zarzas de piedra bajo un páramo maldito, asaltantes de la mente cuando solo queda añicos, combustión de un corazón cuando es dañado por amor, pájaro carroña que mira con vuelo errante a su próximo contrincante.
Tu boca, y las palabras de rosas, pero con espinas, tus labios quietos e intranquilos, unos ojos fijos clavados a los míos...pero ya no hay bosque...ya no hay nido.
Todo cambio hacia un trágico cuento mío.