Porque el sol se ha quedado en tu pollera
llevas un cálido fulgor ceñido,
la vida misma, albor de primavera,
es tu mirada el día renacido.
Cinceladas de amor, tus manos suaves
curan la herida, alejan la malicia,
al prolijo aleteo de las aves
se asemeja el rozar de tu caricia.
Fundaste un dulce nido de ternura
en el tibio jardín de tu regazo,
luz que alumbra la senda en la espesura
se encuentra en tu cariño y en tu abrazo.
Quiere ser mucho y siempre será poco
este verso, mujer, en que te invoco.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
En el Día Internacional de la Mujer a todas las damas que dan su bello lustre a la poesía.