Es verdad (y es mentira). Es un sí y un no. A veces por momentos y otras al mismo tiempo. Quiero y no quiero. Deseo, pero no. El cuerpo avanza y la mente retrocede, y avanza la mente y retrocede el cuerpo.
En la boca del estómago. Ese dolor. Fuerzas contrarias que pujan desde los extremos del cuerpo y se encuentran torpemente ahí. Fusionadas de prejuicios y libertades, de sexo y razón, deseo y miedo.
El discurso permanece texto. Bello, de ideales, desprejuiciado. Pero congelado en palabras, pensamientos, imágenes a lo sumo. No hay acción, no hay cuerpo. La moral (jueza perfecta y suprema) aparece reluciente, señalandome el camino del deber.
Y todo se confunde.