Hay una bella fémina
de quien haré mención,
mujer desobediente
que errores cometió,
llevada por el instinto
la carne y la pasión
cuando a su compañero
ella se entregó.
Por eso fue juzgada
sin compasión
y cargó sobre sus hombros
el peso del dolor,
sin lanzar ni un quejido
y sin pedir perdón
porque asumió con valentía
el costo de su error.
Esa mujer vilipendiada
a quien le escribo hoy
sufrió todo el castigo
que se le dio,
sin decir palabras
y sin guardar rencor
y soportó en silencio
la ira de Dios,
por haber probado un fruto
junto a su varón
y al castigo de la muerte
se les condenó.
Mujeres como Eva
en el mundo de hoy
sin morder el fruto
sufren el mismo dolor
y son vilipendiadas
por la misma razón
Pero a diferencia de aquella
éstas si gozan del perdón
siempre y cuando tengan
pureza de corazón
que al sufrir estoicamente
el precio de su error
serán mujeres buenas
ante los ojos de Dios
porque ya otra mujer
con sus penas cargó
y limpió con su alma
a toda su generación.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela