A veces tu voz retumba en mí como un relámpago,
me inunda la mente y la ahoga en un mar de sollozos,
lamentando una y otra vez el caos que te has creado,
que nos has regalado, nuestro camino nos lleva al infierno
e inocentemente me dejo atraer por el mal que me ofrece tu mano,
me guías entre tinieblas donde ver algo de luz es imposible,
te sigo a ciegas aun sabiendo que eres un demonio que viene por mí.
Sin embargo aquí me encuentro siguiendo tus pasos y quemándome
en la agonía de las almas que cargas encima, pensando que
prontamente yo seré una más en ese costal de maldad que llevas
arrastras sobre tu espalda, estas hecha para este trabajo,
llamas a la perfección, seduces y manipulas con gran habilidad,
despegando de inmediato cualquier duda,
hipnotizas los pocos rastros de razón que permitan alejarse de ti,
por lo que haces imposible huir.