Tu silente tiene
blanduras de pétalos
mojados por el roce
de tu blanca piel,
tus caricias son melodías
en sentimientos
albergados en mi corazón.
En un sueño, ya presente
te veo sumisa y cobijada
bajo las alas sangrientas
de un mayestático flamenco.
El trinar de un ruiseñor
divide el día en dos
con el filo de su canto,
mas tú permaneces allí
donde el horizonte se desgarra
entre cielos y cardales.
El secreto de tu belleza
está ceñido y latente
en el centro de una roja rosa
la que en mis sueños, no alcanzo,
se esfuma en un mañana
allá en lontananza
con el sonido de un cencerro
agitando los dedos melódicos,
mientras el sol desangra
entre soledades y silencios
en la apacible lozanía de un ocaso.
Ven a mí, bella amada,
que mi sueño en porfía
como agua cristalina
de mis manos se derrama.
Pensamiento escrito el: 4 de mayo de 2015
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
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