No soy estrella que brilla en el firmamento
ni soy nube viajera que no hallo puerto,
ni rio que necesite de una gota de tu sentir,
ni mar encendido que choca contra cualquier roca.
No soy puerto que abarca al que ancle su andar,
ni soy lucero que alumbra solo dentro,
ni mucho menos la sed que busca de ti, su calmar.
Tampoco soy el ave que elevada en lo más alto
espera de ti sentirme enamorada,
porque no soy interesada.
Soy el simple deseo que sembraste
para darte y ofrecerte la ternura
que depositaste en mí,
en las veces que hablamos con tanto mirar el reloj,
porque no me dedicas un tiempo
después que te he esperado tanto
y tanto que aprendimos el uno del otro,
porque el sentir es de los dos.
No me culpes del todo…
que ese hombre que se despoja del maldito tiempo
con la facilidad de elevar esto que siento
a lo más alto del mismísimo cielo
puede que seas presagio de veneno en el viento.
Tampoco me considero tu cielo
ese que te cubre porque si elevaras tu vista a él
podías comprender
cuanto de verdad es que te quiero.
Y sin ser nada te admiro y te valoro
y en tu persona hallé el mejor tesoro
que nos puede regalar la vida,
no me lo quites …
porque esto que siento
en mí cura toda herida
y donde hay agravio… no hay desquite.