El encanto enamorado de tu risa
de la plegaria del beso de tu labio,
del aliento sostenido por el gurbio
que desgarrado huyó como la brisa.
Y la llama de tu amor apasionado
en el abismo de la inclemencia queda
sola, como la olvidada tumba corroída,
con la semilla del amor nunca brotado.
Hoy, la muerte con mi beso aduna
y el olvido de tu nombre a mi garganta sube
con el perfume de la desesperanza bruna.
Y mi llanto, que divaga en la penumbra
como la tormentosa lluvia de la nube
que hunde al barco y al faro que lo alumbra.