Hoy
junto a la GRAN ventana,
donde el agua c
a
e,
vuelve de nuevo
a fluir
tinta, por mis c i sentidos.
n
c o
Siempre he sabido
que este día existía,
que este momento inmarcesible,
había de alzarse
como corcho de espumoso vino,
ex pri mien do su poético aroma,
por las 32 puntas
de la Rosa.
El silbo
solicita entrar por la cristalera
para estrecharme eufórico
por la buena nueva. Yo,
apenas le dejo una rendija,
para entreoír mejor su
me lo dio so ron ron neo.
Una t e
l e,
enemiga mortal de la pluma,
lanza imágenes a través de
un muro, pretendiendo infi
ltr
arse
por mis poros,
situados en alerta roja. Al ter nan tes
ataques de querubines
sin difícilmente rechazados.
Las sombras del atardecer
e x t i e n d e n
su mágica placidez
y las primeras luces artificiales,
comienzan a distinguirse
a través de los visillos.
Las máquinas rodantes continúan
incansables
quemando combustible
y un niño con impermeable verde
cha po te a a lo lejos envuelto
en DESCOMUNAL pompa de jabón.
Mi inte
roir
esa parte, que se sabe que está,
porta las galas adecuadas,
para momento tan sublime
e
g
r
y e
m
e
timido
intentando hacer frente
a la realidad.