Cuatro presagios tañían
por los caminos en celo,
ecos de estrellas bordados
sobre los cielos inciertos.
Sordas gemían las piedras
bajos sus pasos de hierro
que desgarraban la noche
y enrojecían el cielo
Cuatro promesas se arrastran
por los caminos de mayo
todo un alud de silencios
baja con ellas aullando.
Nubes de espumas empañan
los horizontes soñados,
entre almohadones de plata
yace la luna llorando.
Y tu te quedas preñada
de cuatro ardientes cuchillos
que desgarraron tu vientre
en una noche de vino,
en una noche de fuego
en que tu cuerpo y el mío,
desnudos entre los juncos
hicieron hervir el río.