kavanarudén

En el mar de mis sentimientos

 

Me subí al trampolín erguido de mi ser.

Contemplé el paisaje que se divisaba. Un profundo suspiro acompañó ese momento íntimo, particular y, sin dudarlo, me lancé al vacío.

Doble salto mortal atrás hasta zambullirme en el mar profundo, inquieto y turbulento de mis sentimientos. Al subir a la superficie tomé todo el oxígeno que pude. Me sentí sereno y complacido.

Comencé a nadar sin rumbo fijo. No sabía si iba mar adentro o hacia la orilla. Solo quería nadar. Solo quería que mi cuerpo desnudo, sintiera el frescor y el sosiego del agua.

Una brazada me llevó hacia la tristeza. Recuerdos lejanos de momentos difíciles, duros, de dificultades, donde llegué a pensar que todo había llegado a su fin. 

Otra brazada me llevó hacia la nostalgia. La imagen de  un niño solitario sentado en un pupitre de una escuela. En las pocas fotos que conservo de mi infancia puedo contemplar mis ojos nostálgicos, profundos, como quien ve su porvenir inquieto. 

Una tercera brazada me llevó a la alegría. Momentos felices se hicieron presente y pude ver el sol radiante, claro, hermoso. Un optar sereno, un hacer lo que quería al momento, una vocación, una profesión.

Seguí nadando. La próxima brazada me llevo al amor. ¡Oh llama de amor viva que tiernamente me hieres!, escribía san Juan de la Cruz. Sí, un amor que quema, que hiere, que interpela en profundidad….amor, amor, amor, tierno sentimiento que he podido tocar, gozar, sufrir, vivir…. Se me concretó la imagen de ese amor en tu imagen, en nuestros cuerpos que se entregaban. Gracias mi Dios por el don del amor.

Hundido en mi pensamiento sobre el amor vino a mi mente otro sentimiento, la esperanza. Sentimiento que jamás desilusiona, que se mantiene contra viento y marea. Que me ha dado el coraje de seguir mi senda, de levantarme de la caída y seguir con la frente en alto luchando contra el miedo, el rencor, la ira, la venganza, la soberbia. Sentimientos que tentándome han querido desviarme de la senda justa. Metiendo a dura prueba el valor.

Otra brazada me llevo a las aguas de la  pasión. Sentimiento que me lleva a la entrega total a lo que hago. Pasión por ser, vivir, continuar…. Una pasión intensa que me arrastra a las corrientes de la ternura, que me permite admirar lo pequeño, lo insignificante, conmoverme ante las manifestaciones concretas de amor. Renovando en mí la admiración ante quien tiene el valor de entregarse, sin temer perderse.

Corriente tibia es la soledad, la cual siento ahora rozando mi espalda, mi cuello, mis cabellos. Amiga y enemiga a la vez, inspiradora, consejera, compañera de quimeras, silente, sutil, suavemente dolorosa, cálidamente fría…

Piérdome mar adentro, brazada tras brazada, gozando este dulce nadar en las aguas limpias de mis sentimientos….