Juan M. Gámez Ortiz

Un beso de despedida

A la sombra que ennegrece 

el corazón partido,

démosle descanso,

y a los ojos sin párpados

que miran al infinito.

 

A los besos sin labios 

que a ojos sin párpados cautivan,

démosle el valor que merecen,

y a los labios que se sequen,

démosle besos con la vista.

 

A la piel que el hambre aceche 

y el deseo persiga,

démosle una tregua,

y a la lengua que no habla nunca,

démosle palabras que entienda.

 

A aquellos que nos contemplan

y a aquellos que nos escuchan,

no les demos más escusas,

y a aquellos que nos reflejan,

démosle una imagen buena.

 

A la piel que funde su carne con la nuestra

y a los labios que nos escitan,

démosle un lugar privilegiado en nuestra vida,

y a los ojos que nos miran suplicando,

démosle un abrazo y un beso de despedida.