El amor que por ti siento,
de ningún modo es platónico.
Yo no te quiero en silencio,
pues así calle mi boca,
te lo dice mi ser todo.
No es de Shopan, melancólica,
la música que yo escucho
cuándo te veo y te quiero,
cuando te pienso y te amo;
es una fuga de Bach,
que me da una paz armónica.
Aqueste amor yo lo cuanto,
lo cualifico y lo peso,
en mi interior yo lo mido,
lo confronto en la dialéctica;
y en tanto tratado ilógico
que encuentro en mi corazón.
Y al concluir, lo hallo sabio,
de perdularia riqueza,
desprendido, igual de largo;
tan puro y con la grandeza
cual lo predicara Saulo.
Y sin tener la caricia
de tus manos orientales
ni besar tu boca fresca
con el leve roce mínimo
de mis labios, nunca pueda,
siento un placer hedonista
cuando te miro y me miras,
insondable y sibilina,
con tus ojos carmelitas.
En mis nocturnos oníricos
cuando te sueño y te amo,
me pretexta el inconsciente
la música de un bolero,
trayéndome el paraíso
de tu belleza desnuda.
A tu cuerpo persuasivo,
con urgencia yo me abrazo
y me fundo en el misterio
de tu carne sensitiva,
hasta tatuarme en la dermis
tu piel color de aceituna.
Cuando en mis sueños te sueño,
cuando te miro y te quiero,
cuando te pienso y te amo.