Escritor del viento

El alba declina

 

Ya no da frutos la marchita higuera 

ni despuntan los campos sus flores,

ya no sonroja la joven que fuera

la novia soñada, de eternos amores.

 

Y  ya muerto los mimos primeros

de las cariñosas manos de un padre

y ya cadáveres reposan los besos

de los labios de la santa madre.

 

Un bostezo y el alba declina

la flor de la juventud torna somnolienta

y la dulce voz de niño  serpentina

muere junto a la inocencia difunta.

 

Y  ya se alejan los suspiros aquellos,

 ya reposan cansados los sueños

y resurge como el aullar de los perros,

un grito de paz, al silenciar los rezos.