Norberto p.p.

No soy mío.

 

Mi padre no es mío y yo no soy de mi padre;
mi madre no es mía y yo no soy de mi madre.
¡Estas noches que pasan en una noche, estos
días en los que demora pasar tantas noches!
Este recuerdo, este olvido, este desvelo no es
mío.

 

¡Este cúmulo de nada, este vivir de algo que
aún sigo esperando, estas ganas que voy
ganando! ¡Este genio que pido es más de lo
que merezco! Este suspiro, este respiro, estas
letras que te escribo, esta treta, esta soledad,
esta meta no es mía.

 

Este estar sin estar no es porque quiero, sino
porque gusta. Este hermano, el otro;
el de lejos, el de cercas, el que se fue y muchos
más, no son míos.

 

¡Ese “yo” que está en el espejo, que no acaba
de aprender ni de calificarse, este cuerpo, este
pellejo! Esta memoria de mi viejo más viejo,
estas huellas, este secreto, este abuelo de su
nieto no fue mío ni yo suyo.

 

¡Esta noche estrellada, este mar en los ojos
de mí amada, este cielo que cobija tantas
dudas, los ojos de Dios que me miran sin
verme, mi pasado negro y claro, este octubre,
este septiembre! ¡Este entender que tengo que
aprender, este hoy, el otro ayer y el futuro
que vendrá!


¡Este sueño del pasado, este ahora y este
después; esta compañera, esta amiga, este
enemigo! Este vicio, este cancionero, este disfraz,
esta novia con su amor no es mía.

 

¡Este buscarme entre lo ojos, en la luna, en  los
despojos, en las lagunas! Este mundo no es mío.
¡Me busco y no me busco!
Y en tres palabras:
¡No soy mío!