La furia de la victoria,
el coraje en la lucha
el desprecio en la venganza
la confianza de poder
la arrogancia de querer
la burla encrespada en sí misma;
recorren mi cuerpo
como vahos rastreros
que sólo mueren
cuando abarcan y se extienden.
Imito mis traumas,
persigo mis prejuicios
contemplo mis rencores,
soy yo mismo y mi muerte
nos penetramos
recorremos la desgracia
de enfrentarnos a la vida,
a la necesidad de sobrevivir
y dominar por la fuerza.
Así imponemos
el sino ajeno
contorneando al antojo
las sobras de libertad
desperdicios de voluntad
y decidimos en otros.
Se trata de estar ahí
crispando paciencias encintas
de debilidades congénitas
sin dejar de sondear
timideces tatuadas.
Cual craso deseo de matar
las corruptas decisiones
de todo lo que no soy yo
y convertirme en la única
imagen de mí mismo
de mi individualidad
de mi única presencia
de mi soledad.