El velero no detiene su marcha. Acaricia las olas como buscando tu cuerpo delicioso. ¡Oh, delicada princesa de mis historias de amor, rasga las cadenas que te someten, ven al encuentro con esta pasión que no hará eternos…¡ En mi pecho tu imagen. Es tanto lo que te amo que las palabras perdieron el habla. Solo escucha a mi corazón como brújula de nuestro destino. Te adoro con ansias locas, este frenesí que me desborda y rompe la proa; es la más grande de las pruebas de mi sincero querer. Eres sencillamente preciosa, tu magnifico cuerpo es la tentación permanente del poeta que te adora…